miércoles, 19 de noviembre de 2008
sábado, 1 de noviembre de 2008
el ritmo de las visiones
fabrica un hueco, un cuenco
y observo,
me maravillo
al ver cuán oscura era la noche que transcurrí
cuán alta la furia de los mares
mi fortaleza ajena
mis huesos de elefante
mis saltos de yaguareté
las fuerzas que me habitan
y no protestan durante las caminatas livianas
todo latiendo,
más allá de mis meditaciones
más acá que el mundo de las palabras
mi estructura
mi montaña
mi templo
(cuando el viento sopla despacio,
el bambú no hace ruido)
viernes, 31 de octubre de 2008
los ataques cerebrales
los orgasmos simulados
los cajeros automáticos
los vidrios polarizados
las cercas electrificadas
las catedrales enrejadas
los barrios privados
el sudor tóxico de las ciudades
las bolsitas de poxirán
las sendas peatonales
las macs, los automacs, los maccafés
las góndolas
los precios rebajados
el diseño de la moda
el diseño de la droga
la pastilla para dormir
la pastilla para no dormir
la pastilla para estudiar
la pastilla para saltar
la salud mental
miércoles, 24 de septiembre de 2008
Julio Cortázar, en Rayuela.
lunes, 22 de septiembre de 2008
El ir y venir como movimiento
entre flujo y reflujo,
entre paso y paso
Maldita felicidad
que al mencionarla se esfuma,
hermosa la esperanza
que se mantiene firme
Si no fuera, porque tu música es tuya
tu canto crea espacio en el cielo
Si no fuera, porque me rodeas
y me cuidas
Si no te golpease roca,
no te querría.
Siempre desearon imaginar
finales a nuestras vidas,
jamás entendieron que son éstos
los inicios de nuevas formas
Así, es la palabra fin
la que llena sus bocas,
la que circula como la esperanza
entre los acabados
Si sólo soy una gota de raíces cristalinas
y sabor de sal
Dónde si no fuera porque tus ojos
tienen color de roca;
roca de gruta, gruta de cobijo
con humedad de fuego encendido.
Sobre versos de Pello Mariñelarena, muerto por la estupidez humana.
jueves, 18 de septiembre de 2008
miércoles, 17 de septiembre de 2008
Un hombre trabajado por el tiempo,
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
una no sospechada etimología,
un verso latino o sajón,
la memoria de una mujer que lo ha abandonado
hace ya tantos años
que hoy puede recordarla sin amargura,
un hombre que no ignora que el presente
ya es el porvenir y el olvido,
un hombre que ha sido desleal
y con el que fueron desleales,
puede sentir de pronto, al cruzar la calle,
una misteriosa felicidad
que no viene del lado de la esperanza
sino de una antigua inocencia,
de su propia raíz o de un dios disperso.
Sabe que no debe mirarla de cerca,
porque hay razones más terribles que tigres
que le demostrarán su obligación
de ser un desdichado
pero humildemente recibe
esa felicidad, esa ráfaga.
Quizá en la muerte para siempre seremos,
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual siempre crecerá,
ecuánime o atroz
nuestro solitario cielo o infierno.
Jorge Luis Borges. El otro, el mismo.
lunes, 15 de septiembre de 2008
viernes, 12 de septiembre de 2008
martes, 2 de septiembre de 2008
lunes, 1 de septiembre de 2008
insensato
por haber visto y reclamado
una sorpresa
o quizás 10 segundos
de una mirada atónita de niño
para ese conjunto de células,
esa manifestación de carne
ese grupeto de materia
que se hizo hueso y se hizo sangre
se esculpió los ojos y las uñas
y sin más guía
que quién sabe cuántas mañanas de sol
y quién sabe cuántos kilómetros de sal
ha logrado arribar al día
donde con un suave gesto
pasa delante de mí,
elegante,
flotando
sin mas ayuda ni conciencia
que la que desconozco en absoluto, o no tanto.
Me acusarán de obsesivo, distraido
insensato
por haber visto y reclamado
una sorpresa
o quizás 10 segundos
de una mirada atónita de niño
para esa gaviota
que es porque es
y no porque yo
o porque ese ciego.
miércoles, 13 de agosto de 2008
Primero notó las hojas tiernas que respiraban en las esquinas. Luego aparecieron raíces húmedas, que levantaron brazos como ramas; trepando las paredes y quebrando el techo.
Cuando se inquietaba por la nueva geografía y el salvaje comportamiento de su mundo, le eran enviadas bocanadas de incienso puro, pesado, dulce.
Leía durante las mañanas, escuchaba las melodías de las grutas durante las tardes. Por las noches esculpía un fuego y daba las gracias, o lloraba, muerto de miedo.
En las largas caminatas observó que la senda era camino y era retorno. Reconoció en su piel al brujo y en sus ojos al dueño de las llaves.
Comenzó a caminar esbelto y humilde. A reconocer la palabra y a utilizar el viento.
más que en la infinitud de este invierno
llevo las flechas antiguas
y las lágrimas del futuro
las conozco
desde antes que se desatara este invierno
que me traga y me devuelve
conozco el calor de los días
que se esconden al final de la huella
soy parte
como mis abuelos
de la raza que escucha a las sombras
y juega en el fuego
sobreviviré
porque creo en mi alma
mas que en la infinitud de este invierno